La Unión Europea ha optado por una estrategia de apaciguamiento frente a la amenaza del presidente Trump. El acuerdo alcanzado el 27 de julio, es sintetizado por la representación de la Comisión Europea en España como un acuerdo político que “restablece estabilidad y previsibilidad para los ciudadanos y las empresas a ambos lados del Atlántico. El acuerdo garantiza la continuidad del acceso de las exportaciones de la UE al mercado estadounidense, y sienta las bases para la continua colaboración entre la UE y los Estados Unidos”. Una retórica que oculta la realidad de una sumisión sin contraprestaciones que daña irremediablemente a la economía europea y al empleo de sus trabajadores.
Aunque el texto concreto del Acuerdo no se conoce todavía, además de una prescripción asimétrica en la que las mercancías europeas estarán gravadas con carácter general con un 15% de derechos de aduana, excluidos los aranceles sobre el acero y el aluminio, sin contraprestación respecto de los productos norteamericanos, la parte más agresiva del acuerdo viene a su vez explicada por Europa en términos elogiosos. “La UE tiene la intención de adquirir gas natural licuado, petróleo y productos energéticos nucleares de los Estados Unidos con una compensación prevista de 750 000 millones USD (aproximadamente 700 000 millones EUR) en los próximos tres años. Esto contribuirá a sustituir el gas y el petróleo rusos en el mercado de la UE. La UE también tiene la intención de adquirir chips de IA esenciales para mantener la ventaja tecnológica de la UE por valor de 40 000 millones EUR”. Es un compromiso que fulmina la posibilidad de avanzar en la descarbonización y la sustitución de energías extractivas, una política europea central en las transiciones a las que se había comprometido. Además,” las empresas de la UE han manifestado su interés en invertir al menos 600 000 millones USD (aproximadamente 550 000 millones EUR) en diversos sectores en los Estados Unidos de aquí a 2029”. Una cantidad tal de dinero que influirá decisivamente sobre el PIB europeo y los niveles de empleo en la Unión Europea.
Se trata de una capitulación en toda regla para apaciguar la ira del presidente USA, que venía precedida de la supresión de impuestos a las grandes multinacionales americanas de alta tecnología y a la disparatada aprobación en la cumbre OTAN, con la excepción del gobierno español, del aumento del presupuesto del 5% para el gasto militar. Trump cumple su programa sobre la debilidad de la UE, que no ha ni siquiera esgrimido su capacidad de respuesta comercial que podría haber obtenido un resultado final más favorable.
Los sindicatos han mostrado su oposición a este acuerdo. CCOO ha afirmado que este pacto “refleja una subordinación de los intereses europeos a los estadounidenses, contradiciendo el principio de autonomía estratégica que debería guiar las relaciones comerciales de la UE. Una Europa verdaderamente autónoma habría exigido condiciones recíprocas y protegido su tejido industrial frente a la asimetría impuesta”. En especial, el compromiso adoptado por la UE de adquirir combustibles fósiles estadounidenses por 640.000 millones de euros en tres años es muy alarmante, La UE tiene que desarrollar una política industrial propia, fortalecer sus cadenas de suministro internas y promover la reindustrialización sostenible. “La autonomía estratégica no sólo implica soberanía económica, sino también la capacidad de proteger a las personas trabajadores frente a los efectos negativos de acuerdos comerciales desequilibrados”.
También los empresarios (la CEOE) rechazan el compromiso arancelario por dañar el libre comercio y la competitividad de las empresas españolas. En cuanto a los gobiernos europeos, ni en Francia ni en Alemania el acuerdo ha sido bien acogido, aunque se desconoce si esta reacción negativa va a generar algunas consecuencias sobre el acuerdo alcanzado. En España el presidente de gobierno lo ha “respaldado sin ningún entusiasmo” a través de un tuit. Solo Italia ha alabado este compromiso, sellado en el campo de golf propiedad del presidente de Estados Unidos en Escocia, territorio Brexit.
La UE, como actor global, debería liderar la defensa del multilateralismo, no ceder ante tácticas de presión que refuerzan la hegemonía estadounidense. Todos esperan – esperamos – “los pormenores del acuerdo”, que presenta todavía flecos importantes, como los aranceles de los productos farmacéuticos, entre otros. Pero los agentes sociales y políticos saben que optar por el apaciguamiento frente a la agresión y la imposición unilateral USA es la peor elección posible. Que pagarán, como de costumbre, las gentes comunes, las personas trabajadoras de nuestros países.