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Elecciones en Chile. Las estrategias de la ultra derecha.

(Foto: Getty Images/iStockphoto/Direitos Reservados)

Rodrigo Calderón Astete. 

3 de septiembre de 2025. 

Es hasta contradictorio, pero antes de la globalización la izquierda era mucho más internacionalista que ahora, construyó un relato para los explotados del mundo entero, generó orgánicas nacionales e internacionales, desde las internacionales, los congresos de los pueblos latinoamericanos, la lucha en la guerra civil española, la solidaridad con Cuba y los no alineados y la descolonización.  Pero algo pasó en el siglo veintiuno, ideas que originalmente no calzaron con el marxismo o el socialismo del siglo veinte como el feminismo, la noción de los pueblos, género y sexo, diversidad y pluralismo, aquello que hoy llamamos interseccionalidad, fueron asumidas no como algo colectivo sino como un asunto de identidad, que a diferencia de la identificación resulta ser en un principio liberal y a la larga conservadora. Nos quedamos en buscar el significado propio y no las relaciones solidarias. 

La derecha, bajo las lógicas del imperialismo primero y del neoliberalismo después nunca dejó de apostar a un control geopolítico total o al menos amplio. La extrema derecha no era menos, el fascismo que generó la segunda guerra mundial se expandió por muchos lugares y siguió presente, se mezcló con militares y civiles en las dictaduras latinoamericanas, con post esclavistas en norte américa y África, se sumergió unos años en Europa, pero nunca se fue. Tras el neoliberalismo, que acabó socavando el mismo liberalismo, encontró los espacios para volver y apostó por construir hegemonía cultural en aquellos espacios en que la izquierda dejó de explicar y canalizar respuestas.

Ante la falta de un discurso y prácticas fuertes colectivas y solidarias, reflotó la idea de la muchedumbre hobesiana que, por seguridad entrega su libertad, encausó la frustración frente a un modelo económico que la socialdemocracia ya no pudo contener para transformarla en rabia, miedo y odio masivo, culpando a los pobres vagos y delincuentes  de actuar contra los pobres que quieren esforzarse, reforzó su estrategia con las nuevas tecnologías que van desde los video juegos de competencia y sálvese quien pueda matando individualmente zombis hasta los reels de autoayuda y creadores culturales de culto al cuerpo, hombres y mujeres de valor y recetas de autoayuda de uso individual masificados. Políticamente su estrategia ha sido pasar a la ofensiva (atacando y ofendiendo) y ha logrado frutos: Trump y sus dos victorias que ya no son una excepción, Rumania, Hungría, Polonia e Italia, la estrategia en el parlamento a europeo de lograr que la derecha neoliberal agrupada en el grupo Popular vote muchas políticas que la extrema derecha ha propuesto mediante la idea que o, se oponen a la izquierda y se les suman o son cómplices del comunismo y la destrucción de los valores occidentales. Con ello ha logrado blanquear sus iniciativas y que parezcan son las naturales de una única derecha unida. 

En América Latina hemos vivido ya esto, primero los golpes institucionales del lawfare, la irrupción de Bolsonaro y Milei que obligó al macrismo a subsumirse en el libertarismo a cambio de ministerios librecambistas y represores. Así esta derecha unificada hace de la mentira y la fantasía la herramienta de su discurso y de la agresión verbal y física su acción política y convence a machos pobres y mujeres re domesticadas de que todo tiempo pasado fue mejor. Ellos no entienden por qué ser hombre ya no es suficiente y ellas porque su marido no es exitoso en dinero y en la cama, la culpa es del vecino que ya no saludan y que no los deja ser felices. El asunto es que buena parte de los pobres, en su frustración y rabia les creen.

Una estrategia basada en esos mismos patrones se está desplegando en las elecciones. Tres candidatos de derecha se presentan ante el electorado, los tres de apellido y colegio Alemán, los tres adherentes a la dictadura de Pinochet, por una reducción del tamaño del estado, por bajar los impuestos a las grandes empresas, por fortalecer la lucha contra el delito en base a más represión y control, con inmensos silencios respecto a políticas sociales pero llenos de slogans por más trabajo pero flexibilizando derechos laborales, los tres furiosamente anticomunistas, englobando en eso a cualquiera que se diga de izquierda, hasta acá abierta o silenciosamente pro sionistas, pro trumpistas y sus socios latinamericanos y con la promesa de más orden y más tranquilidad como base del bienestar. Las diferencias vienen después. 

Johannes Kayser es el que se presenta como más ultra de los tres, su discurso es no solo absolutamente anti zurdo sino además iracundo, extemporáneo, ramplón incluso. Armado de un discurso plagado de creencias inventa todo, como si nada importara en realidad, desde impuestos que ya existen, llamados a reeditar la dictadura, autoritarismo descarado e incluso una vaga forma de xenofobia que además en terreno conjuga con un trabajo asociado a inmigrantes de la derecha venezolana. En las encuestas mantiene un 6 o 7%. Muchos analistas creen esto no es casual, sino que el abarcar ese electorado en la primera vuelta busca transformar a la carta fuerte de la extrema derecha, José Antonio Kast, en una figura que con un discurso fuerte aparece sin embargo moderado a su lado.

Kast es la carta fuerte de la extrema derecha, vinculado internacionalmente al radicalismo de derecha es asistente continuo a encuentros que organiza VOX en España. Esta es su tercera candidatura presidencial, proyecta una imagen formalmente calmada, que no se altera, que sonríe y evitar mostrar una imagen furibunda. Su discurso sin embargo tiene lo mejor del neopopulismo de extrema derecha. Es quién viene marcando primero en las encuestas, promete mano dura contra la delincuencia organizada y frenar la migración con fuerzas armadas en las fronteras, expulsiones masivas de extranjeros, rebajas substanciales de impuestos, un agresivo plan contra el gasto público en 18 meses que los economistas más liberales han dicho es demagógico, revindica más que la figura de Pinochet a la dictadura cívico militar como un pasado glorioso y dorado de crecimiento y buen vivir en el país, ha señalado que el parlamento no es importante y que busca gobernar con decretos y estados de excepción. En los foros y entrevistas de prensa no duda en inventar cifras y datos que en verdad no existen (ha dicho que en una de las regiones de Chile trabajan más niños que los que existen en toda ella por ejemplo) y no teme en, más que mentir, crear realidades falsas con una frialdad impecable y formas relativamente moderadas y en no dejar que nadie piense de manera diferente, incluso dentro de sus propias filas partidarias. Es una forma de populismo fascista construido prolijamente. Sus redes sociales además han hecho el uso conocido de videos, memes, publicaciones y bost que generan una realidad falsa.

La tercera candidata es Evelyn Mathei, hija de un ex miembro de la junta militar de Pinochet ha debido retractarse de su apoyo al golpe militar y la a la represión diciendo que quiso decir otra cosa. Lanzó su candidatura hace más de un año y su discurso de derecha tradicional, conservadora pero tecnocráticamente perfecta, continuadora de los gobiernos de Sebastián Piñera, no han logrado calar en la gente. Partió siendo una carta arrolladora presidencial hasta que aparecieron los demás candidatos y ha comenzado, persistentemente, a bajar su adhesión en las encuestas y hoy es, claramente, la tercera opción presidencial.

El asunto es que esta opción de derecha en segunda vuelta sirve a Kast.  Algunos de sus partidarios con cargos parlamentarios o ex ministros de Piñera ya han emigrado a la candidatura ganadora de Kast, los empresarios que ha integrado a su comando tienen un discurso más parecido al de Kast que al de esta derecha económica y sus partidarios han comenzado a afirmar que, con certeza, en segunda vuelta ellos no dudarán en votar a Kast. 

Mathey ha debido constantemente repetir que no declinará su candidatura, ha sido acusada de tener alzhéimer por los bost de la extrema derecha, que recuerdan a la campaña anti Bidem de los trumpistas.  Se ha tratado de un vaciamiento de su electorado que busca más bien asegurar una fuerza parlamentaria que de sobre vida a los partidos que en los últimos 30 años fueron la derecha parlamentaria neoliberal y post Pinochet. Sus partidarios hacen además con esto una peligrosa apuesta  para la democracia, señalan que como Kast carece de solidos equipos económicos, políticos y parlamentarios deberá gobernar con la coalición de los partidos de Chile Vamos que la respaldan, lo que quiere decir que dirigidos por Kast prestaran su apoyo práctico a esta candidatura y entonces la extrema derecha logrará lo que en otros lados, bajo la hegemonía de una postura extrema que desdeña las formas democráticas lograría llegar a la presidencia, obteniendo el apoyo de toda la derecha, generando una nueva hegemonía en todo ese sector y permeando a la sociedad chilena de un entorno político conservador, neo populista y con muchos tintes de neofascismo.

Tienen de común las tres derechas que apelan a una disminución del estado, a endurecer el control de la delincuencia y de las libertades y a insistir en una realidad nacional desastrosa en lo económico, a pesar que todas las cifras del Banco Central muestran lo contrario, un crecimiento más débil de lo esperado pero una estabilidad económica que permitiría políticas para salir de ese estado

La apuesta es mayor y hasta ahora está resultando, toda vez que la campaña de lo que se llama la Centro izquierda, que va desde la democracia cristiana al partido comunista, con una candidata moderada de sus filas, si bien mantiene un sólido segundo lugar en las encuetas muy próxima a Kast, aún es una opción nebulosa en cuanto a propuestas y posibilidades de triunfo, con un presidente del Partido Comunista que discursivamente además busca polarizar una candidatura que intenta no serlo.

Habrá que ver qué pasa con los despliegues territoriales en las parlamentarias, en la forma como la población acabará apoyando a las figuras presidenciales, pero si le creemos a las encuestas, hasta acá la estrategia de la ultra derecha de posicionarse, hegemonizar su sector y usar esa plataforma para gobernar en y contra las formas democráticas va ganando.  El panorama tiene mucho de sombrío. 

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