Skip to content Skip to footer

Post elecciones en Chile. Ascenso conservador y el fin del mal menor.

(Foto: @joseantoniokast/x)

Una victoria contundente de la derecha y una derrota histórica de la izquierda; el progresismo, las propuestas socialdemócratas u otros apelativos que, desde ya dejan ver que se trata de un espacio más que amplio ambiguo, desagregado, formado por resabios de historia partidaria y de fuerzas nuevas que resultan inconsistentes, desarraigadas, confusas y hasta irresponsables. 

La derecha ganó por que logró imponer la perspectiva del individualismo, de la necesidad de una economía dinámica sin discutir sobre redistribución, el mito de la meritocracia en un país de difícil movilidad social mientras más bajo se esté en la escala social; del orden como valor esencial. La extrema derecha ganó sobre la derecha histórica porque supo hegemonizar su sector primero y agregó a ello una muy buena estrategia de campaña, supo leer las tres o cuatro preocupaciones centrales que los votantes sentían como urgentes: mejor economía, más seguridad, fin al desorden de la migración y la mala performance política y comunicacional del gobierno de Gabriel Boric y su muy mala imagen y adhesión, idéntico al resultado de la primera vuelta, un 28%, el más bajo post dictadura.

Queda pendiente con las medidas previas y al asumir de Kast como presidente si su gobierno será solo un gobierno de shock económico y ajuste fiscal como valores o traerá consigo también una restauración del paradigma pinochetista de dios, patria y propiedad y satanización de los adversarios.  También en la derecha estarán en juego sus fundamentos y hegemonía doctrinaria, en que los polos más liberales y centristas como el Piñerismo parecen desaparecer. 

En el oficialismo y futura oposición, si bien Jeannette Jara hizo un buen trabajo personal desde su aparición para las primarias hasta la segunda vuelta, el desempeño del sector fue de una caída estrepitosa, tildada por algunos de derrota estratégica, aunque en verdad el origen de esa derrota viene de antes y la campaña electoral solo la reflejó. Hay muchas preguntas sin responder aunque antes de escuchar sus balances pueden darse por ciertos algunas de las principales críticas que muchos miembros del sector o independientes pero eventuales votantes de éste venían sosteniendo: erróneo o nulo diseño político bajo un sentido coherente de propuesta país, falta absoluta de autocrítica, soberbia generacional, falta de conocimiento del estado y de los elementos más básicos de la política institucional y encapsulamiento en sus ideas provenientes de lecturas livianas y total desarraigo respecto del mundo que dicen representar.

Para entender bien esto es necesario un poco de historia reciente y de más largo aliento. 

El gobierno de Gabriel Boric, apoyado por varios partidos, desde el Frente Amplio en supuesto crecimiento, otras tradicionales empequeñecidos y otros francamente irrelevantes, nunca llegó a ser una coalición política con un sentido común compartido. Durante mucho tiempo se habló de dos coaliciones dentro del gobierno, la del socialismo democrático y la de la izquierda formado por el Frente Amplio, el partido del presidente y el Partido Comunista. Se trató de una suerte de ensayo que se fue construyendo mientras iban haciendo gobierno, con una metodología de hacer política que era una amalgama de la experiencia en el gobierno de los antiguos partidos de la transición y del entusiasmo verbal e improvisación del Frente amplio y el manejo calculador del poder tan propio del Partido Comunista. Todos estos esfuerzos solo se unificaban en la necesidad de reordenar la economía, a cargo de un muy buen ministro de hacienda, pero en todo lo demás sin clara iniciativa política ni proyecto claro de país, como una economía del siglo 21 y equidad de Ricardo Lagos o la protección social de Bachelet, sino más bien reaccionando siempre tarde y mal a la agenda de la derecha. 

Esto se expresó también en la segunda vuelta electoral en que se acordó un programa de gobierno que nunca estuvo ni acabado ni muy claro en cuanto a qué medidas y sobre todo cual era el modelo de sociedad y de gobierno que se proponía más allá de proponer una máquina de generar medidas sin relato y una defensa reactiva de defender derechos sociales conquistados. El progresismo se volvió reaccionario. 

Detrás de la capacidad de comprender su incapacidad política había una apuesta a la ilusión. Todos apostaron a que en el fondo el mundo progresista sería más que la derecha, confiando  en que varios gobiernos con logros sociales por ese solo hecho les permitiría seguir siendo mayoría, a creer mecánicamente que el descontento social de las movilizaciones del 2018-19 eran votos de izquierda, sin incluir en su análisis la merma de votos de los procesos constitucionales,  y convencidos que la triple confluencia del viejo mundo social demócrata, la izquierda identitaria del FA, el tradicionalismo del PC y los votos sueltos de izquierda que votaron a Boric para evitar a Kast el 2021 serían suficientes para volver a ganar. Finalmente fueron minoría y por mucho.

Esta creencia de que había siempre un caudal de votos de reserva que en última instancia adhería a las candidaturas progresistas constituyen el centro del negocio del mal menor, herencia de la estrategia política de los antiguos partidos que lideraron la transición post Pinochet. 

Si por un lado estos partidos tenían en un inicio sólidos cuadros generados en la lucha anti dictadura, en centros de estudios y pensamiento capaces de proponer proyectos de alternativa a las políticas pinochetistas, plasmadas luego en una amalgama de aceptación del libre mercadismo global para  hacer crecer la economía al abrir Chile al mundo a la vez que introducir políticas de sesgo igualitarista, cuadros que se fueron perdiendo, desgastando y nunca volvieron a tener esa densidad técnica e intelectual y fueron reemplazados por operadores políticos mediocres de lo inmediato, al menos desde 1999, con el triunfo en segunda vuelta de las elecciones de Ricardo Lagos, siempre los diseñadores de campañas apostaron al hecho que a la izquierda de ellos se encontraba el PC, una serie de otras agrupaciones de izquierda e independientes que siempre estarían dispuestos a votar, a pesar de sus desacuerdos, por el mal menor, contra la derecha. Así fueron electos Lagos y Bachelet dos veces y Boric en la elección anterior. 

Mantener esa lógica en el largo plazo presentaba sin embargo dos serios problemas. Primero olvidaron que al formar lo que llamaron Nueva Mayoría e incorporar al PC al gobierno ese margen electoral a la izquierda disminuía y paso a ser parte de los votos oficialistas, quedando solo otro remanente que en acabó desde diversas orgánicas estudiantiles y hasta entonces marginales, ,acabaron formando el Frente Amplio, el partido de Boric, que luego fueron todos partes de la coalición de gobierno que ha gobernado del 2022 al 2025, lo que los transformó en votos oficiales, quedando así reducido a un mínimo indeterminado en independientes de izquierda, pero continuaron pensando que existía un amplio margen de quienes al tener que optar entre la extrema derecha y otro candidato progresista lo haría mecánicamente por este último, lo que la realidad demostró que ese remanente o es muy mínimo o simplemente desapareció.  La creencia primó sobre una lógica de datos y acción política propositiva.

El segundo problema radicó en que esa política de mal menor se tradujo en esfuerzos menores de lo político, confundiendo gobierno con proyecto político. Fuera del gobierno acabaron ni proponiendo nada y convirtiéndose en una minoría bastante líquida. 

De la misma forma carecieron en éste elección de una buena lectura del electorado, miraron en menos a cualquier otro sector que no fueran ellos, que Franco Parisi, apelando a la clase media, empinó a un 20% claramente no partidario no partidario del gobierno. Anclados en una mirada de su propio ombligo, que en sus mentes reproducía sin cesar el escenario binario que desde el plebiscito de 1988 se había planteado, no entendieron que pensaba la población desde la derecha no fascista hasta los sectores populares. Nunca captaron que no todos los votantes de Kast son votantes de extrema derecha sino una diversidad de votantes que creen en mayor o menor medida en una sociedad de mercado y que además estaban simplemente hartos de un gobierno confuso, egocéntrico, incoherente y habitado de mucha ignorancia disfrazada de soberbia.

Este doble error, de confiar en que existía un votante a todo evento contra la derecha y haber perdido inserción social explican varias derrotas electorales que forman una cascada que ha llevado a una derrota estratégica: la pérdida del plebiscito por una nueva constitución por un 61% en contra de los votos que pare nadie consideró en los cálculos futuros, la perdida de las gobernaciones regionales que pasaron de 14 de 15 oficialistas a 7 de 15 en 2025 pro gobierno; la perdida de muchos alcaldes en los municipios, la derrota en las elecciones parlamentarias de noviembre de 2025 y finalmente de la presidencia. El dato duro es que acabaron representando cada vez a menos personas, pero siguieron creyendo, reitero el plano de la creencia, que eran mayoría, sin ningún fundamento.

Estas explicaciones de largo plazo, de malas lecturas políticas, falta de proyecto y cegueras electorales deben ser a mi juicio complementada con otras tres explicaciones:

Primero, el  gobierno de Boric, que con gran desempeño de su Ministro de  Hacienda acabo reordenando la macro economía y teniendo cifras aceptables, fue un mal gobierno, sin dirección, sin proyecto, con un presidente que pasó mucho tiempo intentando recuperarse de haber perdido la constituyente y pasar a la historia como Presidente del nuevo chile, que además iba cambiando de opiniones constantemente, no siendo capaces de imponer una agenda diferente a la que al derecha le marcaba y finalmente, un gobierno y un presidente que en plena campaña quiso ser más protagonista que la propia candidata y dedicó su capital político, que ya no era mucho, a  disparar contra Kast, el candidato ganador. No entendió nunca, además, que había venido perdiendo apoyo político, que la ciudadanía, incluyendo muchos de sus partidarios originales pensaban que se trataba de un mal gobierno. Por eso que cuando Kast planteó la tesis de regreso, que las elecciones eran un plebiscito sobre el gobierno, este ya no tenía apoyo suficiente. 

Otro error fue la estrategia misma de la campaña presidencial. La candidata, Jeannette Jara, militante del PC hizo un gran esfuerzo personal de trabajo considerable para sumar votos en todo el periodo electoral, peros su resultado en números es en definitiva insuficiente. Hay factores que juegan contra ello: si ya resultaba inédito una candidata militante comunista resultaba desconcertante que tratara de presentarse como social demócrata, más aún que su propio partido la boicoteara contradiciendo sus declaraciones; su despliegue fue errático, pasó de una candidatura propiamente comunista en las primarias a una que miraba al centro sin un discurso claro de ese tránsito, logró en un minuto posicionarse con una personalidad ultra empática y agradable pero que terminó enojada y peleando contra Kast con enojo; se presentó como una persona con experiencia en gestión y una mirada sobre la contingencia y en segunda vuelta acabó como una máquina de presentar medidas pero sin un discurso con sentido más amplio. Su propio comando se volvió una confusión, personeros de éste declarando cosas que eran antipáticas, ella misma diciendo por un lado que habiendo sido ministra del gobierno sabía gobernar y al minuto siguiente negando ser continuadora del gobierno de que fue parte, minando su credibilidad inicial. Las cifras de derrota explican todo lo demás.

Para el futuro próximo solo sabemos que se viene un gobierno internacionalmente alineado con la derecha trumpista y un espacio al frente de confusión política además derrotado. Habrá que ver en que deviene todo esto.

Rodrigo Calderón

Rodrigo é advogado e doutor em Direito, com atuação em direitos humanos, trabalho e consultoria internacional. Autor e podcaster no “No es lo que parece”.

Mais Matérias

19 dez 2025

As descobertas que humanizam

Entre dança e histórias silenciadas
15 dez 2025

O Fundo de Amparo ao Trabalhador diante das grandes transições

A sustentabilidade econômica e financeira do FAT é, portanto, questão estratégica para o país
15 dez 2025

Ninfa morta, ou a anatomia filosófica do ódio

Ninfa morta não é apenas um livro necessário. É um acontecimento intelectual e político
15 dez 2025

O Ceará é o que há

Estado é uma potência que precisa ser conhecida no Brasil e no mundo
15 dez 2025

Contra a era do “eu”: como o PNCC está tecendo a resistência coletiva da cultura brasileira

Como a organização em rede é a trincheira para enfrentar o neoliberalismo de plataforma e construir uma nova infraestrutura democrática

Como você se sente com esta matéria?

Vamos construir a notícia juntos